Alma revuelta

El alma me golpea la carne, me agita la sangre, exacerba cualquier sentido, cualquier sentimiento. Como niño en el vientre que quiere ser parido de una vez. Me aislo, me deshago en miradas, pido a gritos mudos que alguien me sostenga, me abrace y me asista para contener los huracanes.

Yo que rechazo el contacto como caracoles a la sal. Yo que hablo de todo y no hablo de nada. Yo que lastimo y me destruyo.

Ni el infierno, ni el paraíso. Mi propio purgatorio, ahí en donde he de pensar en las penas sin hundirme en los círculos del Dante, donde pueda vislumbrar Beatrices pasajeras.

Un lugar real, sin sobrevuelos, con este alma revuelta. Con este reconcer de terreno.

Necesito ayuda para transitar esta ceguera perceptiva.

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